Uno pone un rato la tele y no puede evitar preguntarse hasta qué punto somos gilipollas en este país.
En Telecinco llevan no sé cuántos días llenando horas y horas de programación con el vestido de boda de Belén Esteban. ¿Cómo es posible que semejante esperpento de mujer sea noticia durante semanas por su vestido de boda? Increíble.
Pones el telediario de la misma cadena y resulta que hay por ahí un toro que se llama Ratón y que ayer o anteayer cogió a un tío y lo ha dejado hecho una pena. El toro en cuestión es el más cotizado en las fiestas de los pueblos porque coge a un montón de gente y ya mató a una persona. Y todos se pegan por llevarlo a sus festejos al precio que sea.
O sea, en este país nuestro pagamos lo que haga falta por tener la posibilidad de ver en vivo y en directo como un animal se carga a un tío. Y, pero aún, el personal está dispuesto a arriesgar su vida para demostrar lo bien puestos que los tienen.
Y luego, la guinda del pastel. Uno de los miembros de la banda Tokio Hotel ha caído enfermo y han tenido que suspender su concierto en Madrid. Mogollón de niñas hacían cola para ver a su grupo favorito desde hacía días, durmiendo en tiendas de campaña y, claro, hoy lloraban como locas del disgusto.
Pues sale un hombre por allí dando voces (supongo que sería el padre de alguna) diciendo que los van a demandar por daños y perjuicios y que no hay derecho a que hagan eso y que por su culpa están llorando las pobres niñas.
¿Pero estamos todos locos?
Y eso por no hablar de los zopencos que se dedican a tirar botellas en los campos de fútbol o que se lían a tiros en su pueblo y demás noticias que llenan hoy los periódicos.
Me voy a ir a vivir a la Antártida. No sé a como estará el metro cuadrado de iglú...