Sí, sí, soy el antipelocho, que lo sepáis.
Dicen las malas lenguas que se gestaron fruto de una noche desenfrenada de Halloween entre una embriagada muñeca chochona y un peluche muy listillo que al parecer llevaba careta, por eso es imposible que conozcan a su padre. Así que igual puedes ejercer tú de padre. No necesitan cariño ni mimitos, sólo alguien al que puedan odiar y al que puedan torturar.
Qué rarita es ahora la solidaridad...