A mal entendedor...

Esta anécdota no es nueva, me ocurrió hace bastante tiempo, pero una llamada reciente me la ha recordado.
En esa época estábamos en plena fiebre Alonsista, creo que el crack ya había ganado el Campeonato del Mundo de Fórmula 1, y llamó una señora muy mayor, medio tartamuda y que se explicaba de pena. Lo único que fui capaz de entenderle es que quería el teléfono de la casa de Fernando Alonso. Yo le intentaba explicar que no disponíamos de esa información, que si la privacidad de datos, que si es una persona muy afamada que si patatín y que si patatán y la vieja cada vez se estaba poniendo de más mala leche y llegó hasta al insulto, espetándome que era IMPOSIBLE que no tuviera teléfono y que yo era un sinvergüenza por no querer dárselo.
Ya me estaba poniendo un pelín borde cuando, de repente, me suelta no se qué de que por mi culpa le van a cerrar y se va a quedar sin los papeles de su hijo. Alguien debería haberme hecho una foto cuando por fin comprendí lo que quería la mujer y me moría de la vergüenza...
Sí señor, quería el teléfono de un Ayuntamiento y yo contándole películas de la Ley de Protección de Datos.